domingo, 18 de agosto de 2013

Brigadista de San Nicolás:
¿Dónde estás?

Después de 33 años de haber cumplido con la tarea de alfabetizar en San Nicolás de Oriente, más conocido como San Nicolás de canta rana, tengo la nostalgia y la curiosidad de encontrarme en este 33 aniversario de la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización con los jóvenes de aquella época.

Un ejército de brigadistas compuesto por 270 jóvenes y adolescentes, todos varones, la razón era la dificultad del territorio, el aislamiento y los caminos únicamente para circular a pie o en bestia que recorrían aquellas montañas cubiertas de pinos.

Si mal no recuerdo 13 adolescentes fueron ubicados en las comarcas cercanas, ellos provenían del Colegio Calasanz de León, el resto eran 257 para ser exacta y provenían del Instituto Nacional de Occidente, INO, de León y un grupo de la UNAN, que eran los jóvenes mayores, creo que nadie sobrepasaba los 23 años, así que 33 años después... todos andaremos entre unos 53 años los mayores y los menores no menos de 43 años. En el pueblo se integraron una seis jovencitas estudiantes de secundaria, para alfabetizar en el casco urbano.

Aparte de los brigadistas los maestros y maestras, estudiantes de la UNAN, León, y miembros de la Juventud Sandinista completaban los asesores técnicos de comarcas y municipio, jefes de escuadras alfabetizadoras, así como los mandos del Ejército Popular de Alfabetización. EPA.

Este blogs no tiene otra intención más que un reencuentro de celebración a la vida y un homenaje a ese carácter de honestidad que como jóvenes imprimimos a una época y a un sueño por una sociedad más justa e igualitaria donde la tarea de enseñar a leer era no sólo una tarea basada en la solidaridad y el humanismo, sino el primer paso hacia una sociedad mejor.

Por favor escribe a este correo mercedes_camposduran@yahoo.com y di tu nombre y el lugar donde alfabetizastes.
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Video historico CNA, quieres verlo?

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sábado, 23 de marzo de 2013

La Cruzada de Alfabetización
Un ritual de iniciación a la vida

Este blog ha venido a provocarme algunas reflexiones personales y anoche en esa fase de duermevela, comencé a recordar cómo fueron aquellos días de la cruzada; para todos fue salir del mundo de la casa, el barrio, los centros de estudios, fue salir de lo que hasta entonces conocíamos como el territorio y pasamos de un día a otro a un escenario diferente.

El brigadista Rolando Silva, nos dice: Soy de esa generación que con amor hacia los demás, dejé todo, mis estudios, amigos, familia y la vida que llevaba... formé parte de la Brigada Roja y Negra de la alfabetización.

Una vez en el campo, se sucedieron una serie de pruebas, como quien entra en un ritual de iniciación. La primera prueba fue encontrarnos con ese mundo de los otros... que se diferenciaban de nosotros por no saber leer. Ellos serían la más grande prueba y la prueba final. ¿Con nuestro apoyo, aprenderían a leer y a escribir?

Las pruebas que siguieron no eran diferentes a los rituales de iniciación de los jóvenes en las culturas tribales, había que superarlas, esta serie de pruebas nos prepararía para llevar en el futuro una vida en una nación con menos desigualdades, menos contrastes y más solidaridad, nos distanciaría de la cultura de ¡¡¡sálvese quien pueda!!!

Cada aspecto cotidiano realmente era una prueba a superar:
- La levantada al alba, era un asunto desconocido hasta entonces, el temprano en el campo es antes de empezar lo que conocíamos hasta entonces en la cuidad como el día.

-El baño, nada tenía que ver con los baños de nuestras casas, por muy modestos que fueran, ya que muchas veces para darse un baño había que hacer un viaje al río, al ojo de agua, un barril con agua bajo un árbol de limón, nada de paredes aislándonos, siempre expuestos a los otros, al clima...a lo desconocido...

-El uso de la letrina, que era un milagro si había... si no, allá en el monte... eso requería habilidades hasta ahora desconocidas, como llevar un palo por si te seguía alguno que otro chancho.

-Las largas caminatas, otra prueba a superar, aunque esta práctica ofrecía un elemento nuevo, la contemplación de la naturaleza, ahí comprendí qué era contemplar, cuando uno ve, no puedes pensar, el mirar lo es todo, el pinar, la lejanía, el cielo. En algunos caminos de San Nicolás se veía el lago de Managua, o el volcán Cerro Negro.

- El trabajo, la prueba más pesada... a los brigadistas varones, les tocó desde ir a socolar, sembrar, arar, aporrear frijoles, desgranar maíz, cuidar la vaca, hasta ayudar a hacer ladrillos, reparar camino...

Allá cada quien se enfrentó solo a cada uno de sus miedos, sin olvidar el miedo de la guerra que ya se cernía y los rumores de las acciones armadas esporádicas que se le atribuía a los Milpas, o de los rumores de que aún había guardias deambulando en la montaña. El miedo a encontrar una granada enterrada en el campo, miedo real que estando allá causó la muerte a dos niños. Miedo de ser mordido por un animal o por una culebra...

Cada prueba hacía pasar por decirlo de forma metafórica a una nueva cámara, y así progresar durante estos meses, yendo de una habitación a otra habitación para crecer interiormente. Realmente allá no había otra alternativa más que pasar las pruebas y crecer. Así crecimos.

Además de las pruebas habían otros ingredientes propios de los rituales de iniciación, los círculos de estudio, el alimento ideológico del brigadista, para muchos eran las primeras lecciones que preparaban para una ideología revolucionaria, que marcara el camino que íbamos a andar en la vida futura.
30 años después el brigadista Rolando Silva dice: había mística, compromiso, amor por el prójimo, esa es la estructura que agradezco a la revolución que me formó.

Sobre los valores, en la alfabetización no existía el culto a los vivos, como ahora, ni se estimulaba a los jóvenes a seguir a un líder, era el rescate de la mística de los héroes y mártires lo que nos guiaba, la idea que ellos habían dado su vida sin esperar nada... ellos que habían pagado con su sangre el precio de la libertad que teníamos... ellos que nos habían dado la posibilidad de caminar hacia una vida con justicia social.

Así, guiados por estas enseñanzas de generosidad y compromiso de los héroes y mártires tratamos de construir nuestra propia mística.

A raíz de la publicación de este blog, se dio un diálogo cruzado en la publicación de Barricada digital, sobre si los valores que forjamos durante la Cruzada, habían quedado enterrados en la montaña, a lo que el brigadista Xavier Lara, quien en aquella época tan sólo contaba con 13 años, lo explica así: Yo pienso que los valores no se entierran ya que son los principios de nuestro actuar y pensar y en realidad la Cruzada nos preparó para los retos venideros. El cita tres principios: solidaridad, fraternidad, humildad.

Había elementos que nos ayudaban a tener un sentimiento de pertenencia, el uniforme. Pasamos seis meses con el pantalón azul y la cotona gris que además de uniformarnos, nos daba una idea de renuncia de las pocas posesiones que teníamos, yo fui consciente de ello el día que recibí la visita de un hermano religioso que venia de Venezuela a realizar una entrevista, era de la orden de Foucauld y me preguntó qué sentía por estar vestida con la cotona gris y el pantalón azul, donde de no se distinguía un brigadista de otro.

Hasta ese día me percaté de ese detalle, para mí era un orgullo pertenecer a ese grupo de muchachas y muchachos alfabetizadores, había un sentido de pertenecer a algo más grande que nosotros, sentíamos que aquella jornada cambiaría la vida de muchas personas, con la luz del conocimiento.

En ese momento lo que no sabía es cuánto de esa luz alumbraría mi vida a lo largo de los años, ni que el recorrido que hicimos en aquellos seis meses que duró la Cruzada, era nuestro ritual de iniciación a la vida.
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lunes, 18 de julio de 2011

El abuelo Pablo Torres


Escrito por Pedro Meza
Conocí al abuelo Pablo Torres, de la comunidad La Sirena en San Nicolás de Oriente, un día que fui en busca de un sitio para quedarme a dormir para cuando callera la noche y no pudiera regresar a comarca Las Tablas mi segundo hogar en la zona con Nemesio y Gabriela, dos personas muy queridas.
El abuelo Pablo Torres vivía con la abuela y un nieto llamado Germán, un muchacho de 15 años bastante curioso, muy amable, inquieto y educado.
La finquita era como esas que promovemos ahora como “fincas de referencia”, había de todo, espacios bien organizados y frutas que pocas familias podían consumir, mis abuelos eran muy trabajadores, familia honesta de buenos sentimientos y sobre todo agradecidos de Dios y respetuosos de la naturaleza.
Yo era estudiante de derecho, soñador, educado a la antigua, me refiero al respeto por las personas mayores, mostrar agradecimiento y hasta ganarse el bocado como me decía mi madre en aquella época. Por las noches les leía la Biblia con todos los puntos y comas además de la entonación requerida, eso era maravilloso para mis abuelos que junto a la hornilla blanquita y caliente servían un pocillo de café.
Terminado el texto nos íbamos a dormir a veces eran las 7 de la noche, si había caminado mucho caía rendido, exhausto, pero si no me había cansado durante el día, junto a los otros brigadistas y Germán armábamos una platicadera, poníamos música, contábamos chistes hasta que el abuelo tenía que mandar a callar, porque teníamos que levantarnos temprano.
Había un baño enorme de adobe dentro de la casa, con agua que llegaba de una loma, helada la condenada, esos días fueron muy buenos cargados de experiencias que transformaron mi vida y de manera especial mi relación con otras personas.
Hoy trabajo en Chinandega norte con hombres y mujeres similares a mis abuelos de La Sirena, las Tablas y Salmerón a quienes recuerdo todos los días. En 1981 viajé a estudiar a Cuba, estando allá mi abuelo Pablo, llegó a visitar a mi familia a Chinandega, así viajecito, yo me puse contento cuando me lo dijeron en una carta, les llegó a decir a mis padres el buen hijo que tenían y lo felices que los había hecho, me contaron que después también llegó Germán y que se relacionó con toda mi familia.
Nunca más supe de ellos porque no volví a pesar de mi regreso cinco años después y de haberlo prometido, siempre dije que estaba ocupado, que no tenía tiempo y ahora que soy abuelo he regresado a cumplir mi promesa. Al reencuentro con mi otra familia, aunque el abuelo y la abuela no están los llevo en mi corazón, como dice Mercedes, quiero cerrar el círculo.
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El día de la alegría: 32 años después

El día 17 de julio, fecha de la huida de Somoza y por lo tanto el día de la alegría, asistí a una misa celebrada en la Colonia 14 de Septiembre, una convivencia muy fraterna de las Comunidades Eclesiales de Base, un encuentro entre distintas generaciones. No me defino como una persona religiosa, ni practicante, pero la ceremonia me fue envolviendo en estas reflexiones.

Ahí se habló de aquellos días de dolor, de los caídos, ellos que hicieron posible la liberación, se recordó a las madres de héroes y mártires de la revolución… También se recordó la alegría de la liberación, no todo fue un revivir de esos días, sino revisar los compromisos en el presente y se citó la Conferencia de Medellín, cuando la Iglesia se refiere por primera vez a la necesidad de justicia para la población que vive en situación de pobreza, condición que es el resultado de la acumulación de riqueza de unos pocos y el compromiso de la iglesia de su opción preferencial por los pobres, es decir el compromiso de la iglesia de retomar el clamor de los pobres, por su liberación de la miseria en que se vive, referida a la opresión de los ricos, de los poderosos.
Al momento del ofertorio, se ofreció como símbolo una la luz, en una vela encendida y dos mujeres portaron como ofrendas dos retratos, de manera simbólica se ofrece en el primer retrato a Monseñor Romero, quien dio su vida en el año 1980 defendiendo a los pobres de El salvador y el segundo retrato para mi sorpresa era el de Georgino Andrade, puede ser que las nuevas generaciones no conozcan quién era Georgino Andrade, él fue la primera persona asesinada durante la Cruzada Nacional de Alfabetización por ex-guardias somocistas, por el hecho de ser el que atendía una comarca en la alfabetización, su muerte conmovió a la población y en especial a los alfabetizadores, eso ocurrió el domingo 18 de mayo de 1980, en la comunidad de Palo Grande, en Villanueva, su delito fue traer la luz del conocimiento a otros campesinos, pues él era un campesino.
Algunas veces cuando se hacen referencias a la Cruzada de Alfabetización se da la impresión que solo eran estudiantes y chavalos y chavalas, pero en la Cruzada se abrazó el campesino, enseñando a otros campesinos como el caso de Georgino Andrade que en ese tiempo tenía 28 años, también los obreros fueron a alfabetizar, ahí se dio la unión del obrero y el campesino, el maestro con el estudiante, alfabetizados con alfabetizadores, todos con una sola meta, salir de la ignorancia.
Esta actividad de conmemoración de aquellos días me recordó la generosidad y el compromiso con que se vivía en tiempos de la alfabetización, en aquellos días se tenía muy presente a los héroes y mártires, su ejemplo era un ejemplo para los brigadistas, no existía el culto a los vivos, como ahora, ni se estimulaba a los jóvenes a seguir a un líder, era la mística de los héroes y mártires lo que guiaba, era la idea que ellos habían dado su vida sin esperar nada... ellos que habían pagado con su sangre el precio de la libertad que teníamos... ellos que nos habían dado la posibilidad de caminar hacia una vida con justicia social.
Es alentador encontrar en estas comunidades, que preservan valores de solidaridad, que buscan la justicia social y que preservan la memoria histórica del tiempo en que cristianos y revolucionarios, dos sectores claramente definidos y diferentes, compartieron un mismo ideal de justicia, finalmente creyentes y no creyentes, caminando juntos con una misma esperanza, en ese tiempo nació la consigna: “Entre cristianismo y revolución no hay contradicción.


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lunes, 30 de agosto de 2010

Los abrazos que esperaron 30 años


El 22 de agosto en San Nicolás de Oriente, se realizó finalmente el reencuentro que tuvo su origen en el llamado de este Blog, despues de 30 años sin verse algunos campesinos y brigadistas finalemente se encontraron y fundieron en un abrazo, en el que circularon silenciosas las palabras que no puedieron decirse por la emoción de aquel momento, sin embargo esas palabras vertidas en silencio, fueron las frases concretas y exactas.

A como dice una filosofa del Foro Social Mundial que son las hebras de nuestros brazos las que se unen en un mismo pespunte y que los brazos y las manos son una prolongación del corazón, por eso abrazar y dejarse abrazar es uno de los gestos más humanos.

El abrazo es un puente que nos acerca a la orilla del otro. Ese día no permitió hablar apenas, sin embargo a travez de algunos abrazos captados se puede apreciar la intensidad del reencuentro. Muchos abrazos no fueron registardos, de algunos de ellos se pueden ver en la galeria de fotos.

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domingo, 15 de agosto de 2010

Aporte de revista enlace


La revista enlace, donó 90 revistas para cada comunidad de San Nicolas, y el instituto, entregando un total de 2,800 revistas. Agradecemos su aporte.
La revista enlace es un esfuerzo muy particular de valorar el conocimiento producto del trabajo, del ver, del escuchar, de la vida y darle trascendencia con el respaldo de la ciencia y el lenguaje escrito, sin cambiarle el sabor de la palabra hablada.
http://www.simas.org.ni/revistaenlace/archivo
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